
Hace no mucho, hablar de amoníaco verde en España sonaba a ciencia ficción. Hoy, es una realidad en plena ebullición, con proyectos, inversiones y políticas que están transformando el panorama energético del país. El «gran viaje» hacia la sostenibilidad del que hablábamos no solo es global, sino que tiene una parada estratégica y vital en la península ibérica.
¿Por qué España? La respuesta es sencilla: somos una potencia en energía solar y eólica. Producir amoníaco verde requiere una cantidad masiva de electricidad renovable, y en eso, tenemos una ventaja competitiva.
El amoníaco, al ser un compuesto que permite almacenar y transportar energía de forma eficiente (como el hidrógeno), se ha posicionado como el vector clave para exportar energía al resto de Europa.
Los proyectos piloto: de la teoría a la inversión millonaria
En este sector, las palabras se convierten rápidamente en cifras de inversión. Y en España, los números son de vértigo. Las empresas no solo están prometiendo, están construyendo.
Valle del Hidrógeno Verde de Andalucía: Posiblemente el proyecto más ambicioso del país. Consorcios liderados por gigantes como Moeve (antes Cepsa) y Cepsa en colaboración con el Puerto de Róterdam, están invirtiendo miles de millones de euros. El plan es crear un corredor marítimo que conecte el sur de España (Algeciras) con el norte de Europa, exportando amoníaco verde producido con energía solar y eólica. Se prevén inversiones de hasta 4 mil millones de euros, con el objetivo de producir unas 300.000 toneladas de hidrógeno verde al año, gran parte de las cuales se transportará en amoníaco.
Proyectos en Aragón: Esta región, conocida por su potencial eólico, se está convirtiendo en un hub del amoníaco verde. Empresas como Alkeymia y el Grupo Térvalis han anunciado planes para plantas de producción con inversiones de cientos de millones. Por ejemplo, el proyecto de Alkeymia en Caspe (Zaragoza) prevé una inversión de 700 millones de euros para producir 165.000 toneladas de amoníaco verde al año, creando cientos de empleos.
Galicia y el Norte de España: El norte no se queda atrás. La filial gallega de Armonía Green está tramitando una planta de amoníaco en el puerto de Punta Langosteira (A Coruña), y EDP está impulsando un proyecto en Asturias, el proyecto GAIA, que producirá 180.000 toneladas de amoníaco renovable al año. El objetivo es descarbonizar la industria local de fertilizantes, pero con la mirada puesta en el futuro transporte marítimo.
Estos proyectos no son una lista de deseos; son realidades con financiación, plazos y el respaldo de las grandes empresas, lo que demuestra un compromiso serio con el amoníaco como combustible del futuro.
El marco político: la UE y España se alinean
Ninguno de estos proyectos sería posible sin un marco regulatorio y político favorable. España ha hecho un trabajo notable al alinear su estrategia con las políticas de la Unión Europea.
La Hoja de Ruta del Hidrógeno Renovable en España y los fondos del programa RePowerEU han proporcionado el impulso financiero y la certeza regulatoria que los inversores necesitaban. Por ejemplo, el gobierno español ha otorgado más de 1.2 mil millones de euros en subvenciones para siete proyectos de hidrógeno renovable, y la mitad de esa financiación se destinará a proyectos que incluyen la producción de amoníaco. Esto es una señal clara de que el país apuesta por este vector energético.
Además, las directrices de la OMI para el uso seguro del amoníaco en el transporte marítimo, junto con la regulación FuelEU Maritime que exige la reducción de emisiones en el sector, están creando el ecosistema perfecto para la adopción masiva.
La Inteligencia Artificial: su papel en la ‘revolución del amoníaco’
Pero, como en todo proceso industrial, la eficiencia y la seguridad son los mayores desafíos. Aquí es donde la IA entra en juego. El amoníaco verde no se trata solo de plantas y tuberías, sino de datos y procesos optimizados.
Optimización con IA: La producción de amoníaco verde es un proceso que consume mucha energía. Los algoritmos de IA pueden analizar en tiempo real los precios de la electricidad, las condiciones climáticas y la demanda para optimizar la producción, reduciendo los costos operativos.
Gestión de la cadena de suministro: Con las nuevas plantas en desarrollo y un futuro corredor marítimo, la logística será un rompecabezas. La IA puede predecir la demanda y optimizar las rutas de los buques, minimizando los tiempos de espera y garantizando el suministro.
Análisis de Seguridad: Dada la toxicidad del amoníaco, la seguridad es la máxima prioridad. Sensores inteligentes y sistemas de IA pueden monitorear las fugas y las emisiones de forma instantánea, alertando a los operadores y evitando accidentes.
El amoníaco verde en España no es solo un plan, es una oportunidad de negocio real que requiere mentes que puedan entender y aplicar la tecnología para resolver los problemas del mundo. Y ese es el ‘golden spot’ en el que quiero estar.
